Es la última evaluación que se hace de la muestra, para comprobar su consistencia.
Esta característica es muy importante porque permite identificar casi inmediatamente si se trata de un Parmigiano Reggiano de 12, 24 o 36 meses, por tanto «joven», «curado» o «añejo».
El examen, ya esbozado durante el examen visual, se completa tocando la cuña de Parmigiano-Reggiano con los dedos, llevándola a la boca, mordiéndola, deformándola con la masticación hasta la deglución. En estas fases, se puede evaluar la elasticidad de la muestra, es decir, su aptitud para recuperar la forma inicial una vez retirada la presión de la masticación, y su dureza, es decir, la resistencia que opone la muestra a un pequeño movimiento de las mandíbulas.
Ante una lasca de Parmigiano-Reggiano, hay que prestar atención sobre todo a su granulosidad y friabilidad, características que aumentan con la curación.
El queso es granuloso cuando es fácil percibir en la pasta granos redondeados, más o menos finos, durante y al final de la masticación. Un Parmigiano-Reggiano muy curado presenta una elevada granulosidad.
La friabilidad, por su parte, es la aptitud de la muestra, al principio de la masticación, para generar numerosos fragmentos. A menudo, al porcionar en lascas un Parmigiano-Reggiano muy curado, ya se nota su característica tendencia a fragmentarse incluso en escamas muy pequeñas.
Otra característica táctil del Parmigiano-Reggiano es su solubilidad, que, al igual que los descriptores anteriores, aumenta con la curación. Por solubilidad se entiende la sensación que se produce cuando la muestra se funde muy rápidamente en la saliva.
Durante la evaluación táctil en boca de la lasca o la cuña, también se pueden sentir cristales de tirosina bajo los dientes, los mismos cristales que habían aparecido como puntos blancos durante la evaluación visual de la pasta.